En mi primera publicación escribí:
“Me interesan los artistas vivos principalmente. Creo que existen muchos talentos en México y en el mundo que merecen ser reconocidos”.
Y al momento de escribirlo a mi mente llegó el nombre de Ángel Santos.
Yo les recomiendo que se tomen un cafecito, se relajen y se den el tiempo para leer todo el contenido de esta publicación y ver las fotografías que tomé, porque vale la pena conocer sobre este gran artista.
Afortunadamente, su trabajo es valorado no solo en México sino en otros países. Sin embargo, creo que el mundo de la cerámica no obtiene el prestigio y apoyo que se merece; por ende, creo que los maestros de esta práctica tampoco, sino sólo de una minoría de personas interesadas en este trabajo del que existen variadas técnicas. Barro bruñido, la técnica alfarera milenaria de mayor antigüedad, es la que realiza este artista-artesano que cuenta con varios premios y títulos importantes, entre ellos:
Reconocido desde los 30 años como “uno de los grandes maestros del arte popular mexicano”. En 2002 primer premio en la Feria Internacional de Artesanía en Puerto Rico, en la categoría “Artesanía Tradicional”, con la participación de 37 países invitados. En 2006 obtuvo el premio Nacional de Ciencias y Artes, como miembro del grupo Herencia Tonalteca, en el rubro “Artes Populares”. En 2009, Galardón “Ángel Carranza” del Premio Nacional de la Cerámica en Tlaquepaque y en 2014, de nuevo en el Premio Nacional de la Cerámica, recibiendo en esta ocasión el galardón presidencial a la mejor obra presentada. Primer premio en alfarería bruñida en Oaxaca 2015 y primer lugar en el concurso de FONART del mismo año.


Su trabajo ha dado la vuelta al mundo en colecciones públicas y privadas, concursos, impartiendo talleres y dando conferencias. México, Estados Unidos, Canadá, Taiwán, China y Francia son países donde ha estado su trabajo.

15 de junio de 2007
Sí, ríanse, la de la foto soy yo hace casi 10 años. Tuve el gran honor de conocer a Ángel Santos a mis 12 años de edad, gracias a mi papá, quién se enteró de un taller que impartiría el artesano en Tonalá. Así que no lo pensó dos veces, se anotó y nos invitó a mis hermanos y a mí a asistir al taller, por lo que tuvimos el placer de convivir cada sábado con él; así que esta publicación fue el mejor pretexto para un reencuentro. Mi papá recuerda que antes de ese taller, dos o tres años previos o quizá más, supo de él por un programa que se transmitió en canal 7 en el que hablaban del arte tonalteca y a Ángel lo presentaban como un innovador, es decir, como alguien que había refrescado la tradición, por así decirlo, dándole un aire nuevo. El ceramista opina que fue en medio de esa inquietud y de esa necesidad de hacer cosas y tal vez de una falta de respeto y de hacer disparates. Sin embargo, siempre intentar algo nuevo lo lleva a asumir riesgos.
Ver artesanías me hace preguntarme ¿qué cosas maravillosas se pueden hacer con estudios universitarios, en el ámbito de las artes, en conjunto de sus habilidades?, ¿en verdad es necesario el estudio, o la práctica puede ser lo único que importa? La conversación con Ángel nos ayuda a aclararnos:
—¿Qué tanto influye y que tanto te abre la mente la formación artística?
—Increíblemente, de manera casi dogmática. Porque si bien el artesano tradicional tiene una mentalidad, una forma de pensamiento riguroso, me parece que la academia también. Entonces son pecadillos que llevan en su formación, heredada, tanto el artesano como el académico. Para mí, haber estado en las dos partes, quizás me permitió hacer algunas cosas con la libertad de no sentirme ni de un lado ni de otro. En nuestra familia siempre sonaba eso de: “Ustedes no son de aquí. Tú no naciste aquí”, había un riguroso sentimiento de pertenencia. Pero eso también provocó en mí que me permitiera una serie de libertades. Yo nací en Río Grande Zacatecas pero me siento Tonalteca. Siempre ha habido respeto.
—Como que ese “desarraigo” te ha permitido tomar distancia y ver lo que tu amas pero poquito desde fuera, para transformarlo.
—Exacto, aunque siempre con respeto. Esa parte se fue nutriendo también. En los últimos años he decidido no viajar, aunque oportunidades no han faltado, para concentrarme más en este trabajo, en mi proyecto y en la familia, pero yo disfruté mucho mis viajes porque siempre me ubicaba desde afuera. Y ese ver las cosas o verse a uno mismo desde afuera, es algo muy interesante, una introspección al final de cuentas.
La suavidad de la textura de sus piezas se logra tallando con piedras de río, hasta quedar completamente lisa la superficie rugosa del barro seco y sin hornear. La pintura se prepara con óxidos o tierras mezclados con barro y se pinta con pinceles hechos de pelo de gato, perro o ardilla principalmente. El delicado brillo se da tallando cuidadosamente con pirita, un mineral dorado.
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Él mismo construyó sus propios hornos para cerámica. En la parte superior se colocan las piezas a hornear y en el hueco de la parte inferior se enciende la fogata. No son de alta temperatura, la temperatura máxima a la que se llega son alrededor de 750º C, para éste tipo de técnica no es necesario.
Ángel nos cuenta:
—Cuando yo inicié tenía alrededor de siete años, entonces muchos detalles de los que hacía al pintar no eran conscientes, sino como se iban dando. Necesitaba un lugar donde trabajar porque éramos una familia migrante, había que hacerlo y no era castigo ni mucho menos, en muchos casos era divertidísimo. Pero de ahí hasta antes de los 27 años, estudiando artes en la Universidad de Guadalajara, empecé a ser consciente de muchas cosas porque tuve muchos maestros a quienes les fascinaba la artesanía, tenían mucho respeto por los artesanos y era gente que solía venir con frecuencia a Tonalá a comprar. Pero además había otros ejemplos de artesano que habían ido a la escuela de artes plásticas a estudiar dibujo, a practicar algo o simplemente a platicar con algunos maestros.
Como todos los artistas, la pintura de Ángel Santos ha tenido su proceso evolutivo. La anterior fotografía muestra un detalle de un jarrón hecho por el ceramista a los 22 años aproximadamente, del que nos dice:
—Esos son venados, supuestamente jajajaja. Yo ahora los veo y digo “qué cosas más raras”. Provocan risa, sobre todo de la gente docta, de los artesanos tradicionales. Yo creo que me merecería casi un coscorrón. Es que en aquellos tiempos era de esa manera, porque tiene lo que yo buscaba: movimiento. Pero tiene también una desproporción fatal ¿no?
—…jajajajaja
—Pero también tiene un detallito: la cabeza, no está delineada completamente en ésta pieza. Recuerdo que casi en estas fechas escuché un comentario de parte de un compañero artesano, amigo mío, que decía que “el trabajo de Ángel Santos eran nada mas venaditos volando”, y me pareció muy curioso. Nunca lo tomé a mal, por el contrario, pensé “tal vez él no conoce todo lo que yo hago”, pero me gustó el hecho de que identificara algo. A partir de eso se han generado cosas interesantes. Ya con un mejor conocimiento y una más amplia experiencia no tengo pretextos, es decir, todo lo que hago actualmente tendría que ser mejor, aunque no siempre suceda.
Ángel Santos no sólo decora sus obras pintando venaditos volando. Utiliza muchos elementos de naturaleza como plantas y animales; a veces con fantasía, pintando los famosos nahuales de Tonalá o animales bicéfalos, o escenas con personas como la boda entre un ángel y un diablo.
—Yo creo que mi dibujo es como la mezcla de varios estilos, una distinción en mi trabajo es la afanosa búsqueda, que muchas de las veces es fallida. Al andar experimentando se equivoca uno con mucha frecuencia, es un riesgo mayor. Pero todo viene de un dicho que me gusta mucho: “El que busca encuentra”. Al final del día encontré algunos detalles que consideré más míos y que hacían lucir mi trabajo mucho más. Por justicia me gusta decir “lo que yo hago no me pertenece”, porque la técnica del barro bruñido pertenece a una comunidad, por lo tanto hay que respetarlo.

Detalle sutil de un caballo de barro
Instrumentos sonoros, jarrones, los mismos animales reales o de fantasía que pinta, mosaicos para poner en el piso, en marcos de paredes o bóvedas, fuentes, dijes, alhajeros y muchas cosas más son las que el artesano hace con la técnica del barro bruñido; el único límite es su creatividad.
Ángel Santos no solo se limita a plasmar sus diseños en barro bruñido, también los ha transportado a metal y sus dibujos a serigrafía.
El barro bruñido es un proceso de mucha paciencia y trabajo continuo. No basta con dedicarle muchas horas de trabajo a una obra para obtener un buen resultado, como todo trabajo bien hecho, existen los momentos de frustración:
Piezas de pequeño o gran tamaño a las que se les dedicó muchas horas de trabajo llegan a romperse, a veces a la mitad del proceso otras a punto de terminar. Y no importa cuantas semanas haya tomado elaborarlas, si se rompió mucho o poquito, o si es el tercer intento para su creación. Por ejemplo esa pieza de los nahuales que se muestra en las imágenes anteriores va a remojarse hasta que se disuelva el barro y pueda volverse a utilizar. ¡Qué triste! ¿no? Ni nos imaginamos cuánto sudor y lágrimas conlleva realizar obras cómo éstas.
Además existen otras dificultades para los artesanos:
La persona que les vende el barro es prácticamente el único proveedor que hay y que surte a Tonalá; existen otros, pero que no tienen ni de cerca la misma calidad. Se trata de un ingeniero que cada vez encuentra menos tierras para sacar el barro, ya casi nadie lo deja. Lo consideran un saqueador, cosa que le parece incongruente porque él lo hace para conservar la tradición. Anteriormente el barro que se recolectaba en Tonalá provenía de muchos puntos pero ahora escasea porque se ha construido mucha vivienda. Ángel considera que lo que ganó no fue la necesidad de vivienda, sino la ambición ligada a la construcción. Cuando inició en el mundo de la cerámica, el artesano podía ir a recolectarlo directamente de los yacimientos, prácticamente fue de los últimos que lo hizo. Ahora un artesano joven aunque quiera y tenga lo posibilidad de hacerlo no iría, además se duda si tendría la capacidad de reconocer cuál es el mejor material o si va a traer algo que no le será útil. Normalmente una sola tierra no sirve, se traen dos o tres y se hace una mezcla.
Es curioso este universo de la cerámica, porque a pesar de querer conservar una tradición y decir que el barro bruñido es algo de una comunidad, por lo que no pertenece sólo a una persona, también hay artesanos como Ángel Santos que han pasado a ser ARTISTAS. Yo no tengo mucha experiencia y autoridad en el medio del arte, pero para mi las piezas de cerámica que hace son obras de arte, indudablemente. No obstante, sé de opiniones acerca de los artesanos que dominan perfectamente una técnica, haciendo cosas detalladas y minuciosas, pero que no son considerados artistas por no tener un estilo personal. Por eso para mi es muy interesante conocer cómo se ve a si mismo el artista y qué opinión tiene acerca del tema:
—En el caso de Estados Unidos en particular la cerámica no se ve como una artesanía, se ve como una técnica de expresión artística: como la fotografía, el grabado, la escultura, la pintura y no hay esa separación. Creo que en México es donde se marcan mucho los términos de artes menores o artesanía para denominar un arte menor.
Considero que ninguna de éstas técnicas de expresión artística te hace artista sólo por ese motivo. No es el manejo adecuado de la técnica, sino el qué vas a decir, el qué estás diciendo, qué es lo que deseas expresar. A partir de eso, como un ejercicio de la calidad técnica y de la experiencia que se va acumulando, al final de cuentas no se es artista así de simple, es como un cedazo de tiempo, el tiempo es el que dictamina que sí y que no pasó.
—¿Entonces cuándo puedes considerarte artista?
—Cuándo tienes una expresión personal y ha pasado a ser del gusto de la gente, que la reconoce con facilidad. Una cosa es decir: esto es de alguien (que es reconocido en cualquier parte), a diferencia de decir: esto se parece a; es decir, no tiene una identidad. Cuando logra esa identidad, esa personalidad, yo creo que está en ese otro lado como artista. Pero también considero yo que es regla el aportar, que no se puede uno considerar artista (el término puede resultar hasta ambiguo), si no ha llegado al punto de aportar algo.
Me parece que primero es aprender y darse ese tiempo de madurez, de aprendizaje, el conocimiento técnico, teórico, práctico y el ganar habilidades hasta lograr la maestría. Y además de la personalidad, la identidad y esa expresión personal, por último viene la aportación, es decir qué aportó el artista o el autor en relación a toda esa expresión plástica personal, qué aporta técnicamente y también que aporta en general a esa misma comunidad. Si es zapatero, o lo que sea, de todas formas llega un punto donde hay una maestría increíble. Como artesanos hay muchos oficios que cuando se logra eso es imposible no reconocer la habilidad ganada.
En cuanto a la aportación que se hace a la humanidad, tenemos un claro ejemplo: hay casos ineludibles e innegables: Francisco Toledo. Después de lograr su propia personalidad, bastante única, un pintor grabador, también se construye un centro cultural para impartir; no necesariamente para que lleve su nombre, ¡nunca!, sino para impartirle a nuevas generaciones sus conocimientos, para compartir.
Ángel cree además que es una necesidad hacer algo por preservar la práctica de ésta técnica ancestral. Tiene un proyecto llamado “Herencia Milenaria“, una agrupación de artesanos tradicionales, algunos con experiencia y otros que iniciaron en dicho grupo, con el que se logró crear un centro cultural que pretende impartir clases para niños y jóvenes, sin costo, en Tonalá. Gracias a la difusión de ese proyecto fue que nosotros asistimos al taller y el artista nos cuenta que la aportación voluntaria que hacía cada persona fueron los primeros logros económicos con los que se fortalecieron las actividades en conjunto.
Nunca olvidaré los sábados de cerámica en su rústico taller. Nos enseñó paso a paso como hacer cerámica de barro bruñido y nos dio todos sus consejos sin guardar ningún secreto, para mi siempre fue (y sigue siendo) un lugar mágico, donde nos ensuciábamos sin culpa las manos y la ropa de barro, sintiendo su frescura recorrer nuestros dedos y rodeados de bellas piezas de arte, con el cacareo de los gallos a lo lejos y grillitos cantando ¿cómo no querer decir algo cursi con ese recuerdo?
¡Muchísimas gracias Ángel Santos! por recibirnos en tu taller y tu casa. Por la plática amena, siempre, y tu generosidad. ¡Ah claro! y por mi hermoso dije de regalo <3
Por último unas pequeñas preguntas que ayudan a englobar lo anterior y conocer otros detalles:
—¿Cómo entraste en el mundo de la cerámica? Primero por necesidad, provengo de una familia migrante, después por gusto y ahora por pasión.
—¿Por qué barro bruñido? Hay aspectos casuales, coincidí a los 7 años en un taller donde se trabajaba esta técnica milenaria, mas adelante decidí quedarme y seguir aprendiendo hasta emprender mi propio proyecto.
—¿Qué distingue tu trabajo de otros ceramistas? En principio soy ceramista tradicional en ese sentido una labor esencial es la preservación. Y es hasta después de mucho tiempo que intento hacer alguna aportación personal a dicha técnica.
—¿Qué opinión tienes acerca de la inspiración? Seguro que existe llega después de horas y horas de consciente y entusiasta trabajo.
—¿Cómo desarrollas la creatividad? A partir de la experiencia y del estar ahí, insistiendo, buscando la mejor de las soluciones a cada una de las piezas que elaboramos tanto a iniciativa propia como también por encargo.
—¿Haces bocetos antes de pintar? Mayormente no, pero si boceto debido a que también tuve una preparación académica en la escuela de Artes Plásticas. Es casi regla que un “decorador de vasijas” tradicional de Tonalá lo haga de forma directa, sin trazo previo y yo así aprendi.
—¿Qué parte del proceso crees más importante? En un oficio todas las partes del proceso son igual de importantes, una depende de la otra sucesivamente, aunque haya diferencias escalonarías.
—¿y cuál te gusta más? La conceptualización, es decir la creación que aunque parece no estar en el proceso productivo es el que indica el rumbo. Después de ello la definición de la forma y enseguida el vestido: el diseño decorativo… pero me hubiera gustado decir únicamente “la labor del fuego” imprescindible en un proceso cerámico.
—¿A qué artistas admiras? A todos en general me fascinan esos relatos de perseverancia y terquedad, de paciencia y sabiduría, de magos y picaros seres excepcionales. Ceramistas: Gustavo Pérez y por supuesto Jorge Wilmot.
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